Está claro que, en la gran mayoría de los casos, cuando una persona acude a un restaurante lo hace para comer bien. Pero lo cierto es que la mirada también se alimenta y nos nutrimos de aquello que observamos. Porque cuando la belleza te arropa, la experiencia se convierte en algo realmente especial y único.
Os presento algunos de los que, para mí, son lugares con personalidad y autenticidad.
The Jane. Bélgica (Amberes).
Ubicado en la antigua capilla de un hospital militar del S.XIX.
Dandelyan. Reino Unido (Londres). Hotel Mondrian.
Así uno sí se toma una copa como dios manda, y muchas más.
Raw. Taiwán (Taipei).
Curvas sinuosas y ráfagas de luz. Material natural.
Archi Rose Distilling. Australia (Sydney).
Se encuentra en la primera destilería de Sydney (1853).
Dalloyau. Hong Kong.
Luz indirecta y una bodega de ensueño.
Bond Lounge. Australia (Melbourne).
Éste último tiene cierto toque “bling, bling” que no me acaba de convencer, sin embargo, me gusta como juega con las formas y luces creando ilusiones visuales. Como su propio nombre indica, es muy James Bond.
El Dalloyau es la materialización de lo que yo tengo en mi cabeza como el restaurante ideal.